Autor: Anónimo
Fecha: 653-672
Museo: Museo Arqueológico Nacional
Características: 20,6 cm. diámetro
Estilo: Arte Visigodo (orfebrería)
Material: Oro y piedras preciosas
La corona del rey hispano-visigodo Recesvinto forma parte
del fabuloso Tesoro de Guarrazar, descubierto en la provincia de Toledo entre
las ruinas del monasterio de Santa María de Sorbaces. El tesoro estaba oculto
en un escondrijo de una cámara lateral de la iglesia, junto al sepulcro de un
presbítero llamado Crispinus, pero tanto su iconografía regia como la
extraordinaria calidad de sus piezas hacen pensar que no están relacionadas con
aquel personaje. Por el contrario, parece más lógico pensar que se trate de un
conjunto de joyas de la monarquía hispano-visigoda, con un elevado contenido
simbólico. El conjunto estaba formado por ocho coronas votivas y cinco cruces
pertenecientes a diferentes reyes del siglo VII, así que su emplazamiento
original debió ser otro, probablemente alguna iglesia de Toledo capital.
Algunos historiadores han apuntado la hipótesis de que el tesoro fue escondido
en este lugar apartado para que no cayera en manos de los saqueadores, cuando
se produjo la invasión musulmana del año 711.
Tal como la podemos apreciar hoy, (la corona se encuentra
actualmente en el Museo Arqueológico Nacional) la corona de Recesvinto es un
aro de oro curvado, con decoración repujada en sus extremos, a base de
círculos, y un cordoncillo de remate.
En la zona central, numerosas cápsulas con perlas y zafiros
sin tallar de gran tamaño, separados por dibujos calados de palmetas. Las
perlas y zafiros van alternados al tresbolillo. La corona se sujeta por medio
de cuatro cadenas de oro, compuestas por eslabones en forma de corazón, primorosamente
labrados, que se recogen en una macolla (conjunto de flores, tallos y hojas que
nacen de un mismo pie) de dos azucenas, adornada con más piedras preciosas. De
la corona, a su vez, cuelgan individualmente una serie de letras que forman el
nombre del monarca: «RECCESVINTHUS REX». De cada letra, fabricada a base de
celdillas, cuelga también una piedra preciosa.
Estas coronas hispano-visigodas del Tesoro de Guarrazar, al
igual que las procedentes del Tesoro de Torredonjimeno, no tenían una función
práctica, es decir, no se colocaban sobre la cabeza de los reyes. Su destino
era ser colgadas encima de los altares de las iglesias, a modo de exvotos,
siguiendo una costumbre característica de algunos emperadores bizantinos, como
Justiniano, Mauricio e Irene, que colgaron sus coronas en Santa Sofía de
Constantinopla. Los reyes hispano-visigodos imitaron esta costumbre; por
ejemplo, sabemos que Recaredo colocó una corona votiva de este tipo en la
iglesia de San Félix de Gerona. Ofrecer una corona real en una iglesia es un
acto de extraordinaria carga simbólica. Supone una alianza ostensible entre el
poder temporal y el poder celestial, y sirve para justificar el orden social
establecido. En la monarquía hispano-visigoda esto fue un asunto de la máxima
importancia porque buscaba hacer posible el anhelo de unidad territorial,
política y religiosa pretendido por sus reyes desde el III Concilio de Toledo,
celebrado en el año 589. En aquel concilio, el rey Recaredo abjuró formalmente
del arrianismo para convertir al catolicismo en la religión oficial del Estado.
Más allá de sus consecuencias religiosas, la medida sirvió para favorecer la
aceptación social de los propios visigodos por parte del grueso de la población
católica hispanorromana, sometida bajo la autoridad de los primeros pero mucho
más culta y numerosa. Por otra parte, el apoyo de una iglesia cuantitativamente
poderosa era necesario para una monarquía bastante inestable, desde el punto de
vista político. Los visigodos no habían asumido aún un sistema de sucesión
dinástico, sino que preferían elegir a sus reyes, lo que ocasionaba constantes
luchas por el poder entre las facciones nobiliarias, justificaba el regicidio
como forma de acceder al trono y permitía el intrusismo de naciones extranjeras
que apoyaban a candidatos distintos. La alianza entre la corona y el altar se
presentó así como la mejor alternativa posible para dar la necesaria
estabilidad institucional a la endeble monarquía hispano-visigoda, y eso es
precisamente lo que muestra esta corona votiva.
La mayor parte de la info aquí escrita la he copiado de aquí
Además, para saber dónde se encontraba antes de ser expuesta en el museo, Pincha aquí
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