La segunda obra es de Joan Miró i Ferrà (Barcelona, 20 de abril de 1893-Palma de
Mallorca, 25 de diciembre de 1983). Fue un pintor, escultor, grabador y
ceramista español, considerado uno de los máximos representantes del
surrealismo. En su obra reflejó su interés en el subconsciente, en lo
"infantil" y en su comunidad autónoma.
La tercera es de Saura. Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) forma parte de la
historia del arte de la segunda mitad del siglo pasado por muchas cosas.
Fundador del grupo El Paso (junto a Rafael Canogar, Manolo Millares o Martín
Chirino entre otros), Saura se inició en el Surrealismo pero hizo suya la
abstracción expresiva y de manera especial su vertiente manchista. Los
brochazos negros y grises sobre blanco le venían muy bien para volcar su
amargura y su rotundo descontento político y social. Sus disecciones de
desnudos, autorretratos, crucifixiones, curas, multitudes o sus
reinterpretaciones de obras maestras de sus admirados Goya o Velázquez,
protagonizan la mayor parte de una extensa obra representada en los grandes
museos europeos de arte contemporáneo.
La primera y la última son de mi hija Leire (Salamanca 2013). A sus "casi cuatro años", como ella dice, trabaja con técnicas diversas, como la acuarela, como podéis ver en estos dos ejemplos, el grafito e incluso el boli bic. También realiza recortes de revistas y últimamente está innovando, coge las botellas de agua mineral que utilizamos para hacerle los biberones a su hermana, les quita las etiquetas y con el propio pegamento que llevan dichas etiquetas, aprovecha para pegarlas en la pared de la cocina, creando composiciones variadas. Además, dichos collages reflejan su deseo de evasión, pues los suele hacer mientras está cenando, pero lo que de verdad le apetecería sería estar jugando en el salón (como ella misma manifiesta en numerosas ocasiones). Se trata pues, de obras efímeras, comparables a las de Andrés Amador en la playa u otros artistas modernos, pues sabe que acabaré limpiando la pared de la cocina y su obra desaparecerá, pero no por ello dejan de tener un gran componente emotivo y estético, por no hablar de su significado desde el punto de vista ecológico y su profunda crítica a una sociedad consumista y capitalista.
Sí, ¿no?
Ironías y bromas aparte, es importante contextualizar el arte en su momento y en su lugar. Ni todo lo que aparece el ARCO debería (a mi modo de ver) ser considerado como arte, ni todo lo que nos parezca aparentemente sencillo o simple debe ser (a mi modo de ver) despreciado como producto comercial o "hamparte".
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