Una de las escenas más llamativas, en este sentido, es el momento en el que uno de los monjes, buscando el apoyo en Cristo ante el sufrimiento, se acerca a una reproducción del Cristo atado a la columna de Caravaggio.
En otra escena, el abad se encuentra escribiendo en su escritorio y frente a él, junto con otro cuadro que no alcanzo a identificar, aparece una pequeña reproducción de la Virgen de la anunciación de Antonello da Messina.
Esta obra siempre me ha llamado mucho la atención por el escorzo de la mano derecha de María que, salvando las distancias, podría recordarnos a la de la María de la Virgen de las rocas de Leonardo, en cualquiera de sus dos versiones (la del Louvre o la de la National Gallery):
Volviendo a la película de Beauvois, hay un momento en la misma en la que se le pide al monje que ejerce como médico que atienda a un terrorista herido de bala. Cuando aparece en la camilla, nos lo encontramos de frente, tumbado y tapado sólo con una sábana. En ese momento, intencionado o no, el fuerte escorzo y la postura del herido nos ofrece una analogía con el famoso Cristo de Mantegna.
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